• La bajada del IVA es una reclamación de los sectores empresariales y partidos de la oposición, no de los consumidores y sus legítimos representantes

  • Hemos experimentado lo que llamamos “efecto capicúa”: los precios suben porque suben los precios. Se señaló a los impuestos como culpables, pero estamos viendo que no es así

Por José Ángel Oliván, presidente de UCARAGÓN

La reducción del IVA de determinados alimentos es una de las medidas que contempla el recientemente aprobado Real Decreto-ley 20/2022, de 27 de diciembre, de medidas de respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la Guerra de Ucrania y de apoyo a la reconstrucción de la isla de La Palma y a otras situaciones de vulnerabilidad. Esta medida que estará en vigor hasta el 31 de mayo de 2023 y se podrá prorrogar si la inflación no desciende. Los alimentos afectados son aquellos que ya tenían un IVA superreducido del 4%, a los que se añade el aceite vegetal y la pasta alimenticia que pasan del 10% al 5%.

Esta medida de bajada del IVA venía siendo reclamada por los sectores empresariales y por los partidos de la oposición a fin de conseguir reducir la escalada de precios de los alimentos. Nunca fue una reclamación de los consumidores y de sus legítimos representantes. Esto nos puede dar una pista de los verdaderos objetivos de la reclamación empresarial. Bajar sus costes sin tocar sus precios de venta.

Una vez entrada en vigor la medida, los resultados no están siendo muy alentadores.  Efectivamente, en algunos casos, los menos, la bajada del impuesto se ha reflejado en la bajada del precio al consumidor. En otros, sin embargo, a pesar de esta bajada, los precios han seguido subiendo. En la mayoría de los casos los precios se han mantenido sensiblemente iguales.

Es cierto que, en muchos de estos productos, cuyo importe de compra no es muy alto, la baja de un 4% supone unos céntimos que se pueden ver anulados o ampliados por el redondeo. Es decir, puede que haya bajada, pero que no se note. Pero lo que no tiene justificación ninguna continuar con las subidas.

Tampoco podemos admitir el argumento de que hay que mantener los precios hasta dar salida a los productos comprados con antelación al decreto y por lo que se ha pagado IVA. Esto es radicalmente falso y nos habla de una falacia muy habitual en el mundo empresarial. El IVA soportado, el que se paga a los proveedores, no es un coste para el empresario que compensará su importe con el IVA repercutido, el que pagan los clientes, en su declaración a la Agencia Tributaria.  Por lo tanto, no supone para ellos ninguna pérdida bajar el precio aplicando la reducción del IVA.

En cualquier caso, la bondad o eficacia de la medida la iremos comprobando con el transcurrir de las semanas. Una cosa se puede decir ya. Al menos está teniendo la virtud de poner el debate de los precios en su exacto lugar. En la subida de los precios de los alimentos de los últimos meses ha habido mucho de lo que nosotros llamamos “efecto capicúa”: los precios suben porque suben los precios. Se señaló a los impuestos como culpables, pero estamos viendo como no es así.

En realidad, el mayor responsable de la subida de precios es la mejora de la situación económica en general.  Hay dinero en la mayoría de las casas.  Empleo creciente, ayudas públicas, revalorización de pensiones. Cuando hay dinero se consume, la economía se calienta y ese calor se detecta en una fiebre que llamamos inflación. Sin embargo, esta fiebre si se descontrola, se convierte en una patología por sí misma. Al calor de un consumo creciente, la tentación de subir precios es también creciente. El problema es parar a tiempo.

A esto hay que unir la sospechosa falta de competitividad en el sector de la gran distribución. Los tiempos de las políticas de precios agresivas por parte de algunas empresas con el fin de incrementar su cuota de mercado, han terminado. Ahora toca recolocarse. Veremos movimientos en los próximos meses, pero la guerra de precios ha acabado. El pequeño comercio va a rebufo de estas grandes empresas.

Como consecuencia de la aplicación del decreto el Estado va a dejar de recaudar una gran cantidad de dinero que, en lugar de acabar en los bolsillos de los consumidores, como auguraban los que tan insistentemente lo pedían, está acabando en las cuentas de resultados de las mismas empresas que han dado lugar al problema. Por eso lo pedían con tanta insistencia.

Desde UCARAGON esperamos que al menos esta medida sirva para frenar la escalada de precios y conciencie a los consumidores sobre la necesidad de primar el buen servicio y el buen precio a la hora de elegir comprar en un establecimiento u otro. Si han repercutido la baja del IVA en sus precios es una buena vara de medir a cada comercio. La soberanía del consumidor se demuestra ejerciéndola y primando a los que se muestran responsables con nuestro dinero frente a los que no lo hacen.

 
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