• La estabilidad de precios española es un dato excelente si lo comparamos con países de nuestro entorno, como Alemania o Reino Unido

  • Sin embargo, es también un dato malo porque supone una pérdida de poder adquisitivo que los consumidores no estamos recuperando

Por Manuel Moreno Rojas, economista colaborador de UCARAGÓN

España lleva 5 meses consecutivos en estabilidad de precios. Es más, los precios desde el 30 de junio han descendido. Poquísimo, pero han descendido. En julio los precios bajaron un 0,3%, en agosto subieron ese 0,3, en septiembre descendieron un 0,7, en octubre subieron un 0,4  y ahora, en noviembre, han bajado un 0,1. Sin embargo, como la inflación se mide de forma interanual, desde noviembre de 2021, los precios han subido un 6,8%. Por todo ello, parece que se asienta la tendencia que ya hemos indicado anteriormente y la inflación va a irse reduciendo paulatinamente conforme salgan del cálculo los meses más inflacionistas.

Es un dato excelente si lo comparamos con los países de nuestro entorno. Ahora mismo, en España los precios están subiendo mucho menos que en Alemania, Reino Unido o Francia. Como el contexto internacional es el mismo para todas las economías, las razones de esta moderación frente al resto de socios europeos pueden estar las medidas que ha implantado el gobierno como los topes al gas o la subvención a los carburantes. Medidas nada baratas en términos de gasto público, pero, al parecer, efectivas para contener los precios.

Por otro lado, es un dato malo porque supone pérdida de poder adquisitivo que los consumidores no estamos recuperando. Es un dato malo porque los alimentos son la categoría de productos que más ha subido lo que afecta directamente a la calidad de vida de los ciudadanos con especial dureza a las familias menos pudientes. Seguimos exigiendo una recuperación del poder adquisitivo de los consumidores recuperando el valor real de sus ingresos. Para ello es necesario subir pensiones y sueldos.

En este contexto de reducción de las posibilidades ciudadanas, las políticas del Banco Central Europeo se antojan suicidas e innecesarias. Subir los tipos de interés encarece las hipotecas por lo que las familias deben destinar más a ese gasto. Además, si las hipotecas están más caras, más personas se pasarán al alquiler lo que recalentará un mercado ya de por sí desbocado. Es decir, la subida en el gasto de vivienda hace que las familias tengan menos (los salarios no han subido en la misma medida) para comprar productos más caros. Los carros de la compra de las familias van a estar todavía más vacíos. El bienestar de las familias, especialmente las más modestas, se está reduciendo a ojos vista.

Por todo ello, es necesario exigir que el BCE no siga subiendo los tipos de interés. Los países con problemas de inflación deben aplicar medidas particulares como las españolas. Lo que no es justo es que las familias españolas paguen las malas políticas alemanas.

 
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